Existe una idea generalizada acerca de que la pobreza
es resultado de la falta de ingreso de un individuo o familia. Sin embargo, un
enfoque correcto obliga a identificar la pobreza con la privación de capacidades
que son “intrínsecamente importantes” porque enriquecen la vida de las
personas, las liberan de restricciones y las convierten en seres sociales más
plenos, que ejercen su propia voluntad e interactúan e influyen en el mundo en
el que viven.
El ingreso es, desde luego, un factor que influye en
la pobreza real, pero no es el único, además de que sólo es “instrumentalmente
importante”, es decir, sólo hace más digna una vida, en la medida que pueda
convertirse en medios para incrementar el bienestar, a diferencia de otras
capacidades que en si mismas son fuente de bienestar e incluso constituyen
medios para aumentar la posibilidad de obtener un ingreso. Por ejemplo, el
mejoramiento de la educación básica y de la salud pública constituye un incremento
directo en la calidad de vida, pero también aumentan la capacidad de una
persona para librarse de la pobreza de ingreso. Entre más amplia y de mejor
calidad sea la cobertura de la educación y salud, más posibilidades existen de
disminuir la pobreza y evitar que los potencialmente pobres caigan en la
miseria.
La pobreza existe aun en los países desarrollados:
EE.UU. y EUROPA afrontan sus problemas por la falta de renta que es principal
factor de la pobreza. Países como la INDIA y AFRICA la pobreza es extrema donde
hay niños y adolecentes desnutridos que dificultan su capacidad de aprender en
los colegios haciendo de su vida aun más limitada ocasionando una mortalidad
temprana en los niños. En lo que concierne a la desigualdad, esta plantea
varios dilemas principalmente lo que tiene que ver con la renta, basado en la
libertad, el bienestar y la calidad de vida pensando en el futuro en donde los
cesantes y jubilados tienen pensiones de hambre. No es bienestar si una persona
teniendo una renta alta no se realiza personalmente o tiene una enfermedad cuyo
tratamiento es alto.
Las características de la pobreza son: falta de salud,
falta de vivienda, falta de ingresos, falta de empleo, falta de agricultura estable, falta de
nutrición, falta de tecnología, falta de educación y mortalidad infantil
Cerca
de 300 millones de habitantes urbanos en países en vías de desarrollo viven
actualmente en la pobreza, sin los ingresos suficientes tan siquiera para la
nutrición básica o los requisitos de cobijo, pero el rápido incremento de la
población en áreas urbanas ha causado una tensión considerable, no sólo en la
infraestructura y vivienda urbanas, sino también en el entorno urbano.
Al menos 600 millones de personas en zonas urbanas de
países en vías de desarrollo viven en condiciones sanitarias precarias y de
amenaza de vida.
En algunas ciudades, más de la mitad de la población
vive en los suburbios y asentamientos ilegales. Las grandes urbes del mundo se
están convirtiendo rápidamente en las ciudades de la desesperación para una
parte creciente de la humanidad, según el Centro de Asentamientos Humanos de la
ONU (UNCHS).
La situación es aún peor en las ciudades de los países
en vías de desarrollo, donde más del 60 por ciento de la población vive en
asentamientos ilegales o suburbios.
Aunque existen razones suficientes para desear más
ingreso y riqueza, tenerlos no garantiza no ser pobre, porque pueden existir
desventajas que reducen la posibilidad de una persona para transformar el
ingreso en bienestar tales como:
a) La edad de la persona (por ejemplo, a mayor edad se
está más incapacitada o más enfermo y por tanto se puede necesitar más ingreso
para lograr las mismas funciones).
b) El sexo y los roles sociales (por ejemplo, las
responsabilidades de la maternidad y las obligaciones familiares).
c) El lugar de residencia (por ejemplo, los riesgos de
una región a las inundaciones o a las sequías; o la inseguridad y la violencia
de las grandes ciudades; d) la situación epidemiológica (por ejemplo, la
presencia de enfermedades endémicas de una región) y e) otros factores que una
persona no puede controlar.
Esto quiere decir que la influencia del ingreso en la
obtención de capacidades es “contingente” y “condicional”, es decir la relación
instrumental entre una y otra varía de unas comunidades a otras, de unas
familias a otras e incluso de unos individuos a otros. Hay casos a nivel local,
en los municipios, donde el ingreso per cápita es alto en comparación de otros
municipios, pero presentan indicadores de bienestar mucho más bajos.
Lo anterior significa que “pobreza real” entendida
como la privación de capacidades, puede ser mayor de lo que parece medido por
el ingreso. Es decir, si se observan las carencias de capacidades y libertades
de las personas, es posible encontrar que son más pobres de lo que parecen ser,
si sólo se considera su falta de ingreso.
Por esta razón es importante, al comparar el ingreso
de los grupos sociales y las regiones geográficas, no olvidar cada uno de estos
elementos que pueden disminuir la capacidad del ingreso para convertirlo en
capacidades y en bienestar.
Esto es un factor crucial al momento de identificar y
evaluar las políticas públicas que aspiran a reducir la pobreza, por lo que la
reducción de la pobreza de ingreso no puede ser el principal objetivo de la política
de lucha contra la pobreza.
Por lo anterior, no es conveniente concebir el
crecimiento económico como un fin en sí mismo, sino, más bien como el medio a
través del cual alcanzamos el desarrollo, entendido como el mejoramiento de la
vida que llevamos y las libertades de que disfrutamos.
Por ejemplo los
datos acerca de las deficiencias de la asistencia sanitaria en los EEUU se van acumulando.
La existencia de 40 millones de personas sin seguro médico es un dato bien conocido.
El elevado coste del sistema sanitario se considera un déficit de éste, pero
parece que se tolera al asumir que una asistencia más cara traerá consigo unos
mejores resultados en salud, a pesar de la evidencia extraída de múltiples
estudios que indican que hasta un 30% de los pacientes reciben asistencia que
no estaba indicada. Millones de estadounidenses comprobaron, por primera vez,
de que entre 44.000 y 98.000 de sus conciudadanos mueren anualmente como
resultado de errores médicos.
Lo cierto es que
la población de los EEUU no tiene el mejor sistema sanitario, de los 13 países
que se compararon recientemente los EEUU ocupaban la duodécima posición para el
global de los 16 indicadores estudiados. El listado de países según el cómputo
de los indicadores estudiados fue de mejor a peor: Japón, Suecia, Canadá, Francia,
Australia, España, Finlandia, Holanda, Reino Unido, Dinamarca, Bélgica, EEUU y Alemania.
El Sistema Nacional de Salud en Europa es hoy, en
2010, fruto del trabajo de varias generaciones de españoles, y se origina a
partir de los derechos a la protección de la salud y a la atención sanitaria de
todos los ciudadanos, consagrados en la Constituciones europeas. La asistencia
sanitaria ha sido, y sigue siendo, uno de los pilares fundamentales del Estado
de Bienestar en Europa, junto con la educación, las pensiones y los servicios
de protección social. Sus características de financiación pública,
universalidad y gratuidad en el acceso, unidas a la calidad y seguridad de sus
prestaciones, han reportado enormes beneficios al conjunto de la sociedad.
En primer lugar, podemos identificar la atención a la
salud como uno de los principales instrumentos de las políticas redistributivas
de la renta entre los ciudadanos europeos: cada persona aporta impuestos en
función de su capacidad económica y recibe todo tipo de servicios sanitarios,
simplemente, en función de sus necesidades de salud.
En segundo lugar, ha permitido una mejora progresiva
de todos los indicadores de salud, que proporciona una mayor calidad de vida a
los ciudadanos y sitúa a Europa entre los continentes con mayor esperanza de
vida. Todo ello infunde a la atención sanitaria un potente valor en la cohesión
social, porque una población sana es requisito imprescindible para el
crecimiento económico y para la prosperidad.
Por
otro lado a pesar de las mejoras categóricas de la situación femenina en India
desde su independencia, el panorama sigue siendo sombrío. Esto es verdad
especialmente con respecto a la pobreza, el trabajo, la atención médica y la
enseñanza. Es verdad que se logró el empoderamiento social y político, pero
ante la ausencia de empoderamiento económico que lo complemente las mujeres
permanecen en la pobreza y la exclusión. Los organismos dedicados al desarrollo
abogan por la “creación de un entorno jurídico, social y económico favorable
(de suma importancia) para lograr la reducción de la pobreza y los objetivos de
empoderamiento de la mujer”. Cuando los hombres desaparecen, la vida de sus esposas, familiares y seres
queridos puede dar un vuelco. Tras la pérdida del padre o marido—quien en
muchos casos era el sostén y cabeza de familia—muchas mujeres se ven obligadas
a criar a sus hijos solas y a sortear obstáculos legales, económicos y
burocráticos en entornos a veces hostiles. Además, pueden sufrir la deshonra o
el estigma frente a sus propias comunidades.
En cuanto a las desapariciones y violencia sexual en
países como Colombia, Nepal y el Líbano, los familiares de los desaparecidos a
menudo liderados por mujeres—libran una batalla continua por obtener una
reparación adecuada, que se reconozcan sus experiencias y que se haga justicia.
Si bien tradicionalmente han sido las esposas, madres
y abuelas de los desaparecidos quienes han encabezado la lucha por la verdad y
la justicia, se han investigado muy poco las experiencias de estas mujeres, o
de mujeres desaparecidas.
Las desapariciones forzadas son crímenes de lesa
humanidad que afectan a las mujeres de forma distinta a los hombres
Con frecuencia son las esposas, las madres o las
hermanas quienes luchan por la justicia a largo plazo. Así que suelen tener que
presionar a las autoridades para que admitan la desaparición, para que busquen
los cuerpos y para que establezcan los hechos del caso. El Estado tiene la
obligación de brindarles esa información, ubicar los cuerpos, y decirles cuál
fue el destino de los desaparecidos”.
La Lucha contra la pobreza debería abarca tres grandes
decisiones que direccionen el deseo de disminuirla:
Primero, los países en vías de desarrollo
tienen que embarcarse en
estrategias que les ayudarán a
conseguir estos objetivos. Los miembros de gobierno tendrán que prestar
particular atención en áreas de pobreza
y desarrollo social.
Segundo, los donantes y las agencias
internacionales deben apoyar a los países que demuestran determinación en
adoptar los retos de los objetivos para el siglo XXI.
Tercero, las agencias internacionales deben trabajar con países en vías de desarrollo para fortalecerles la capacidad de observar el progreso en los resultados. Esto requerirá asegurar que la infraestructura estadística en países claves sea adecuada para realizar encuestas y analizar los resultados, además de asegurar que hay capacidad para realizar estudios participatorios y escuchar la voz de los pobres.
Tercero, las agencias internacionales deben trabajar con países en vías de desarrollo para fortalecerles la capacidad de observar el progreso en los resultados. Esto requerirá asegurar que la infraestructura estadística en países claves sea adecuada para realizar encuestas y analizar los resultados, además de asegurar que hay capacidad para realizar estudios participatorios y escuchar la voz de los pobres.
El
término pobreza como privación de capacidades se refiere a una situación socio
económico no necesariamente vinculado con la apropiación o usurpación privada
de bienes, recursos y recompensas en un contexto de competencia y lucha.
La
acción de dar un trato diferente a personas entre las que existen desigualdades
sociales, se llama discriminación. Esta
discriminación puede ser positiva o negativa, según vaya en beneficio o
perjuicio de un determinado grupo. Las desigualdades de
ingresos evocan las disparidades de renta entre
individuos, en diferentes naciones del globo. En el seno de un mismo país, mide
las desigualdades entre individuos ricos e individuos pobres.
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