viernes, 1 de octubre de 2010

EN QUE MOMENTO SE JODIO EL PERU


La pregunta sigue vigente hasta el día de hoy, “En que momento se jodio el Perú”. Hace décadas que buscamos la repuesta y siempre terminamos echándole la culpa a quien nos han gobernado. Es mas fácil decir que nuestro Perú se hundió por la Reforma Agraria de Velasco, por que el Arq. no le dio importancia al terrorismo, por culpa del primer gobierno de Alan y su tren cargado de inflación e inoperancia económica, por culpa del autogolpe, de los vladivideos y la corrupción en el gobierno de Fujimori, por culpa de los whiskys y la hora Cabana, por culpa de la mayoría de la clase política que gobernó y gobierna el Perú y que sigue viviendo en el escándalo y la corrupción. Pero por mas que querramos deslindar nuestra responsabilidad, por la crisis social que asfixia al Perú, compartimos demasiados hábitos que nos hacen muy parecidos a quienes culpamos y criticamos, porque aun creemos que la criollada se tiene que celebrar como si fuera parte del orgullo nacional.
Somos vivos y por eso, compramos facturas para pagar menos impuestos, bambeamos certificados de idiomas extranjeros para obtener grados académicos, ganamos los trabajos no por nuestro esfuerzo o talento sino gracias a una pequeña coimisiòn. Nos colamos en la fila para que nos atiendan primero, aceleramos en ámbar y nos pasamos la luz roja porque así llegamos más rápido. Somos tan vivos que si no encontramos estacionamiento, nos ponemos en el espacio reservado para las personas con discapacidad. Robamos la señal de cable, robamos la electricidad y no nos consideramos ladrones. Reclamamos que haya justicia y se acabe la corrupción, pero le pagamos cinco soles a un policía para que no nos ponga papeleta o al juez para que abogue por nuestra causa. Jamás le damos el pase a un transeúnte en el cruce peatonal porque en el Perú, sino eres vivo no eres nadie. ¿Pero si somos tan vivos?, porque le tocamos bocina al semáforo en rojo, como si este fuera escuchar nuestra ansiedad.
Porque tiramos la basura en la calle, como si la ciudad perteneciera a cualquiera menos a nosotros. Porque nos quedamos callados y no protestamos cuando el chofer de la combi no deja de cometer imprudencias. Porque estamos tan interesados en saber que vedette trampea con que jugador, en vez de conocer algo sobre nuestra historia, nuestra economía, nuestra literatura o al menos saber cuales son nuestros derechos mas elementales. Porque sentimos que se nos hace un favor cuando un empleado del estado nos atiende. Por que dejamos que un panetòn sea el mejor argumento de un político para llevarse nuestro voto. Porque cuando alguien hace algo bien, decimos que parece hecho en el extranjero, como si eso fuera más meritorio. Porque no nos sentimos más orgullosos de nuestra diversidad cultural y porque si somos tan vivos seguimos alimentando este circulo vicioso que no nos deja avanzar como sociedad y nación.
Es cierto que nuestro niveles educativo dan pena y si queremos llegar a ser un país con posibilidades de desarrollo, se tiene que invertir en escuelas y capacitar a los docentes, pero de que nos servirá una buena educación fuera de casa, cuando dentro educamos a nuestros hijos dándole el peor ejemplo.
Es cierto que se necesitan medidas urgentes para frenar la ola de delincuencia y violencia que azota al país, pero de que nos servirá pacificar las calles, cuando en nuestros hogares la violencia física y psicológica parece haberse institucionalizado.
Es cierto que se necesita una verdadera reforma judicial para que en el Perú se puede hablar de justicia, pero de que servirá lograrlo cuando la mayoría de nosotros sigue avalando la ley del más fuerte, del más rico, del más vivo. Es cierto que para reducir los conflictos sociales se requiere del dialogo, pero de que nos servirá ese dialogo si seguimos pensando que dialogar es imponer nuestras ideas y no escuchar al que piensa diferente a nosotros. Es cierto que necesitamos mejores leyes de inclusión social y muchísimos mas proyectos de integración, pero de que nos sirven estas leyes y proyectos, si hasta el día de hoy, la publicidad peruana define nuestros estratos socio económicos por el color de la piel y a nadie le parece raro; si hasta el día de hoy seguimos avergonzándonos de nuestras diferencias sintiéndonos superiores por estas mismas diferencias. Es cierto es mucho más fácil echarle la culpa de absolutamente todo, a nuestros gobernantes, pero la realidad es que el Perú se hunde en exacta proporción a esa viveza que alimentamos todos, día tras día.
Si somos nosotros la materia prima con la que se hace este país y sino corregimos nuestros hábitos, si nuestra materia prima sigue adulterada, cualquier producto que hagamos también saldrá adulterado. Y por mas logros que obtengamos en nuestra economía, en los deportes, en las artes, en nuestra cocina, por mas orgullosos que nos sintamos por nuestros representantes de nuestra historia, de nuestras maravillas o de nuestra creatividad, sino cambiamos estos hábitos, seguiremos preguntándonos “En que momento se jodio el Perú”.
Estoy harto de esta pregunta, harto de ver un país con tantas posibilidades y oportunidades, con tantas riquezas naturales y con tanta historia, tenga que seguir viviendo en el subdesarrollo, solo porque no nos creemos capaces de vivir de otra manera. Estoy harto de que las desgracias de nuestros vecinos sean nuestro mejor consuelo. Harto del que “si se puede” sea solo una frasecita hecha para un partido de futbol y que no podamos aplicarla en nuestra vida. Aunque te cueste creerlo si podemos, claro que podemos, pero depende de que tu y yo comencemos a trabajar de una vez por todas, por que la transformación del país hacia una nación desarrollada ya no esta en la cancha de los políticos o de los poderosos y no esta en el terreno de los milagros. La transformación del Perú esta en la capacidad que tengamos de hacernos responsables de nuestros actos y de revelarnos contra nuestra viveza. La transformación del Perú esta en ti, esta en mí, esta en todas nuestras organizaciones y en la posibilidad de trabajar juntos con verdadera responsabilidad social.
Que pasaría si cambiamos la pregunta, si por ejemplo ahora te pregunto: “En que momento se arreglo el Perú”. Que me dirías, aunque te parezca una pregunta demasiado ingenua, tenemos que creer en ella.
La respuesta esta en tus manos.