domingo, 14 de marzo de 2010

SINDICALISMO NACIONAL EN CRISIS


El movimiento sindical peruano atraviesa su peor momento de la historia republicana, gracias a las cúpulas eternas enquistadas en los gremios nacionales y esto es parte también de la corrupción que corroe a nuestro país. Minando de esta manera a nuestra sociedad, destrozando valores éticos y morales, liquidando la formación de nuestros jóvenes. Los resultados que arroja una encuesta realizada por la Universidad Católica, concluye que, el 75 % de peruanos afirma que la corrupción es el principal flagelo nacional, lo que genera discriminación y pobreza. La conducta que muestran los dirigentes gremiales que se autodenominan “Los salvadores del país”, también está salpicada de corrupción.
Veamos, en Marcona un dirigente minero fue expulsado de la FITIM de América Latina y el Caribe el año 2008 por que “desaparecieron “ 30,000 dólares de esta oficina Regional, dinero de los mineros y metalúrgicos de esta parte continental. Esta actitud de este dirigente que por higiene mental no lo mencionamos, dio lugar incluso para que la FITIM cambie su sede de Chile a Montevideo. Otro caso, la del secretario general de la CGTP que viaja constantemente a Caracas, donde sostiene estrecha relación con Instituciones vinculadas al Poder Ejecutivo de Venezuela. Esto no tendría nada de malo si el gasto ocasionado saliera de su bolsillo, pero un dirigente nacional que goza de licencia sindical y no tiene extras salariales, podrá cubrir el gasto que ocasiona viajar rutinariamente desde el 2005 hasta la fecha. La respuesta es obvia, mientras este señor goza de sus viajes: el despido arbitrario, la temporalidad de los contratos, la deformación de la negociación colectiva y el irrespeto de la libertad sindical no son abordados de manera consensual. Por esas razones, tal vez el trabajador es apático a afiliarse, otros renuncian a sus gremios ante la inacción de sus dirigentes. El movimiento sindical en el Perú es débil, la tasa de afiliación es una de la más baja en América Latina (8.65 %). También se dice que los sindicatos disponen de escasos recursos económicos pero el trabajador aporta mensualmente una cuota, lo que no sabe es qué destino tendrá ese dinero debido a la alta autonomía de que gozan los gremios. Lo que sucede es que los sindicatos representados por sus dirigentes no cotizan a sus Federaciones lo que hace que muchas veces dependan de la solidaridad Internacional.
Otra evidencia la encontramos en su accionar “principista”, expresada en el enquistamiento vegetativo en los cargos sindicales convertidos en rotativos, por delegatura o por elecciones amañadas para legitimizar su mandato ¿pero qué hay detrás de tanto interés y protagonismo en seguir dirigiendo las masas?. Serán los jugosos aportes de los afiliados, los viáticos y bonificaciones que reciben o será por los dos años de “licencia sindical de la que gozan y que debe quemarles el bolsillo el dinero que reciben de sueldo. Otro problema y muy serio es la brecha generacional existente en el mando de los sindicatos. La crisis sindical de los 90, provoco que el natural proceso de renovación de cuadros se interrumpieran. En estos tiempos bajo la dictadura era imposible encontrar un dirigente sindical menor de 30 años, hoy ocurre algo similar lo que ocasiona un vacio en los códigos de comunicación, simbología y tradiciones ciudadanas. Además los eternos y canosos dirigentes nunca se preocupan en la formación de líderes, quizá por el temor a ser desplazados y con ello la pérdida de sus gollerías y privilegios. Esto dificulta aún más, los necesarios procesos de renovación y promoción de nuevos liderazgos. No debemos dejar de mencionar por ser un problema grave, es la partidarización de la acción sindical al punto de ocasionar divisiones y paralelismos absurdos. Ejemplo la CTP (aprista) y la CGTP (comunista).
Los resultados son desastrosos para la gran masa de trabajadores del Perú que no ve mejoras sustanciales en el campo laboral y salarial. La imagen de un sindicato depende en gran medida de la calidad de sus dirigentes con capacidades, aptitudes y habilidades para defender los intereses de los trabajadores y esto lógicamente genera confianza en los afiliados. Las bases sindicales deben propugnar una recomposición en sus cuadros dirigénciales, para cambiar a dirigentes que solo buscan beneficio personal, allí los vemos en las marchas derrochando poses y slogans moralistas sin tener autoridad para hacerlo. Los afiliados no deben elegir a sus representantes por simpatías o influenciados por actitudes demagógicas. El dirigente sindical debe ser electo por su preparación, su espíritu de servicio y sacrificio. El contacto con las bases debe ser permanente sin desviaciones, personalismos ni favoritismos. De lo contrario no van a tener la solvencia moral para reclamar derechos sino son capaces de corregir sus propios defectos.

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