jueves, 26 de julio de 2012

DESAFIOS PARA LA EDUCACION SIGLO XXI


En el sector educación se está tratando de dejar atrás desde hace mucho tiempo el paradigma del enseñar a conocer y hacer, para dar paso al aprender a ser, aprender a convivir, aprender a hacer y aprender a conocer.
Es evidente que la educación tradicional, memorista, pasiva, dogmática y autoritaria, donde  sólo se evalúa lo que se ha enseñado, debe dejar su lugar a una educación para la vida, con desarrollo de competencias, capacidades, habilidades y actitudes, que propicie la solución de problemas, que sea activa, dialogante y democrática.
La visión pragmática y economicista, impulsada por los organismos internacionales, plantea una educación ligada fundamentalmente a los modelos económicos y políticos imperantes; por lo cual, la educación se reduce a un espacio en el que se producen recursos humanos adecuados al mercado laboral.
Por tal motivo, es necesario formar integralmente a los/las jóvenes considerando la enseñanza, desarrollo y evaluación de las competencias y habilidades del siglo XXI, teniendo en cuenta los estándares educativos que expresan lo que deben saber y pueden hacer los/las estudiantes al término de la educación obligatoria; pues, éstos definen cuáles son los aprendizajes fundamentales que deben lograr nuestros/nuestras jóvenes.

            La educación basada en estándares tiene como propósito fortalecer la gestión del conocimiento en función al logro de la formación integral de los/las jóvenes; además, de proveer al Estado información importante para la toma de decisiones que respondan a las necesidades educativas de las Instituciones para que alcancen la calidad esperada, orientando la labor del director, docentes, estudiantes, padres y madres de familia sobre cómo articular la gestión pedagógica, institucional y administrativa de las Instituciones Educativas, respondiendo de esa manera a las características, necesidades y expectativas de los/las estudiantes, padres y madres de familia y comunidad.
Además, de incorporar en el proceso educativo el uso de las TIC; pues, nos encontramos frente a un mundo globalizado altamente tecnológico y competitivo, donde la sociedad actual se mueve rápidamente en torno a las redes de información y comunicación y a la generación de nuevos conocimientos.
Es innegable que la introducción de las TIC ha planteado una serie de desafíos a los sistemas educativos en todo el mundo. Los gobiernos y las Instituciones Educativas vienen tratando de incorporar estas tecnologías pensando en ellas como parte de la solución al problema de la pobre calidad educativa.

            En algunas realidades la incorporación de las TIC en el sistema educativo viene marcada por la improvisación y el desconocimiento, enfocando las iniciativas en tener y usar tecnología, en lugar de la integración y aplicación pedagógica, sin lograr un cambio sustancial en la metodología  y sin conseguir una real transformación educativa.
Asimismo, es necesario atender a las demandas actuales de la sociedad en sus distintos aspectos económicos, laborales, sociales, políticos, etc.; por lo tanto, es de vital trascendencia abandonar los modelos industriales y tradicionales que aún se vienen aplicando en las Instituciones Educativas, donde los/las estudiantes permanecen sentados en filas frente a un docente expositor actuando como meros receptores, pasivos, operativos y retransmisores de información, con esa actitud seguiremos graduando jóvenes incapaces de explotar su potencial y desarrollar niveles de alta capacidad cognitiva, poco creativos y efectivos al momento de resolver problemas.

            Adicionalmente a ello, es imprescindible incentivar en los/las jóvenes el espíritu investigativo, alimentar en ellos/ellas el compromiso responsable de producir nuevos conocimientos,  con los que puedan contribuir al desarrollo económico, político, social y cultural en los diferentes contextos del país. Puesto que, al hacer investigación, se obtienen nuevos resultados y se transmiten nuevos conocimientos, los cuales permiten al/ a la estudiante   resolver distintas situaciones desde su propio ambiente. Por eso, es necesario que el/la profesional  de hoy conozca y comprenda su realidad para intervenirla, tomar decisiones asertivas, producir conocimientos y asumir posición crítica frente a los efectos que surgen del manejo de la ciencia y la tecnología.
Los jóvenes de la era actual son nativos digitales, cuyo entorno lo lleva a desarrollar paralelamente al proceso educativo, otras habilidades y competencias necesarias para convivir en esta sociedad cambiante, dinámica y tecnológica, la cual requiere de estudiantes con gran capacidad de adaptación al cambio, que puedan sobrevivir a la competencia y al ritmo tan acelerado de la innovación e investigación.

            En un informe europeo (Strata Etan) sobre las relaciones entre el sistema educativo y el espacio para la investigación, aporta una lista de competencias esenciales para ser un buen investigador, entre ellas tenemos:
La lógica, el razonamientos inductivo – deductivo – y de simulación; el pensamiento crítico y la capacidad de definir y resolver problemas;
la creatividad y la curiosidad;
el trabajo en equipo;
el tratamiento, la interpretación y la evaluación de la información;
las prácticas multi, inter y transdisciplinares;
el espíritu de empresa y la capacidad de autodefinición del trabajo;
la práctica ética;
la capacidad de comunicación;
la capacidad de anticipación, el análisis de riesgos, la prospectiva.

Y si las comparamos con las capacidades genéricas del buen empleado (Proyecto Tunning) nos podemos percatar que son muy parecidas, pero las primeras son mucho más exigentes:
Capacidad de aprender.
Capacidad de aplicar los conocimientos en la práctica.
Capacidad de análisis y síntesis.
Capacidad para adaptarse a las nuevas situaciones.
Habilidades interpersonales.
Capacidad para generar nuevas ideas (creatividad).
Comunicación oral y escrita en la propia lengua.
Toma de decisiones.
Capacidad crítica y autocrítica.
Habilidades básicas de manejo del ordenador.
Capacidad de trabajar en equipo interdisciplinar.
Conocimientos generales básicos sobre el área de estudio.
Compromiso ético.
Conocimientos básicos de la profesión.
Conocimiento de una segunda lengua.
Apreciación de la diversidad y multiculturalidad.
Habilidades de investigación.

            Desarrollar aprendizajes significativos es una de las tareas primordiales del docente del siglo XXI; pues, debe formar personas íntegras que posteriormente se desenvuelvan como profesionales cualificados que realicen trabajos efectivos que no sólo respondan a un currículo sino a los desafíos de la vida real y que en su accionar demuestren ser buenas personas y buenos ciudadanos, aportando una cuota de responsabilidad y compromiso en la transformación de la sociedad.
La educación actual, con su currículo formal, no cubre al cien por ciento las expectativas e intereses de aprendizaje de nuestros/nuestras jóvenes; pues, el suyo es mucho más versátil. Ante tal realidad se hace fundamental y muy necesaria una nueva propuesta de aprendizaje o, mejor dicho, una estrategia de aprendizaje audaz para los aprendices del siglo XXI en esta sociedad del conocimiento, donde el/la docente se convierta en el guía de sus estudiantes en el desarrollo de competencias básicas para el uso y gestión de la información y construcción del conocimiento.

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